Por: MAL
La lamentable muerte del comandante sin duda abre una nueva etapa en la historia venezolana y muy probablemente de América Latina, por el impulso que su gobierno dio a las izquierdas. Ahora que ha fallecido no faltarán las apologías a su persona –y por supuesto a sus gobiernos–, pero tampoco las difamaciones, como de hecho siempre ocurrió. Por ello debemos atenernos únicamente a los hechos, y estos nos hablan de una gestión gubernamental no perfecta por supuesto, pero que cumplió con promesas políticas reconocido hasta por países y organizaciones que nunca fueron, en general, afectos al régimen chavista. La disminución drástica de la pobreza (de más del 70 % antes de que Chávez asumiera el poder, a la mitad en 2012), la erradicación del analfabetismo, los continuos ejercicios plebiscitarios y el respeto a sus resultados (hasta cuando el pueblo se negó a reformar la constitución), las nacionalizaciones, la reforma agraria, la recuperación de la soberanía venezolana –al grado de poder comerciar petróleo con El Imperio en términos equitativos–, el aumento de salarios y la redistribución de la riqueza son algunos botones que muestran el trabajo, de todo un equipo, detrás de las frases célebres y comportamientos “folclóricos” de Hugo Chávez, que le causaban salpullido a los ortodoxos y demás gente “bien” de la política. Esos mismos botones son los que pasaban de largo los opositores, en cuyas manos se concentraban la gran mayoría de los medios de información (que podría rebatir la supuesta falta de libertad de expresión), y que explica (al menos en parte) el que hubiera, efectivamente, personas disidentes fuera de los círculos oligárquicos de Venezuela. Muchos gobiernos podrían aprender no pocas cosas de la experiencia bolivariana, que sin duda alguna dará muchos frutos aún, pues si algo positivo se puede rescatar de esta noticia es que aquélla está lo suficientemente institucionalizada como para continuar.
Un sentido pésame a la familia Chávez Frías y al pueblo de la Venezuela Bolivariana.