Por Selene Aguilar Las ocho. Sólo habían pasado 10 minutos. Carmen se levanta por tercera ocasión de la silla, se pone un tacón en cada pie y se baja la minifalda, acomoda la tanga y se ve al espejo nuevamente. Un azul metálico cubre sus párpados delimitados por línea naranja donde empiezan las pestañas postizas. […]