Nestor Peña
Victoria despertó en la madrugada, pero no fue por frío o por la necesidad de ir al baño. Fue su esposo gritando de pavor.
– No, ya no por favor, basta.
Intentó despertarlo con un leve empujón y al ver su fracaso decidió quitarle la sabana, el edredón y la cobija para después propinarle una cachetada que de inmediato levantó del sueño a su esposo. Sudaba como si hubiera corrido una hora, tal y como lo hace los domingos por la mañana.
Victoria preguntó -¿Qué estabas soñando?
Su esposo, mientras se recostaba, solamente apuntó a decir -Tuve la peor pesadilla de mi vida… soñé con el trabajo.
Y así regreso al territorio de Morfeo.
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