Eric Ángeles

No se espanten, que no le falta acento a la segunda palabra del título. Es latín, el nombre científico de una especie de rosa y al parecer una constante en este libro que trata de jardinería. Bueno, en realidad nos cuenta más que eso. Arnljótur decide dejar su casa para cumplir el sueño de su vida, viajar a un monasterio lejano para ser el cuidador del jardín más famoso del mundo. Su padre y su hermano gemelo, nacido una pequeña complicación cerebral, intentan retenerlo, pero la memoria de su madre recién fallecida en un accidente automovilístico, lo obliga a partir. Para hacer más interesante el asunto, Arnljótur acaba de ser padre, tuvo una hija con una chica a la que sólo conoció por una noche. Él no tiene el menor interés en cuidar de la madre, que parece autosuficiente y no necesita de su ayuda para criar al bebé. En el viaje al monasterio conocerá muchas personas y tendrá la oportunidad de reflexionar sobre su pasado, que lo perseguirá hasta el jardín de sus sueños.

  La narrativa es sumamente ligera, tranquila, sin pretensiones y muy rápida de leer. Sin embargo, los hechos y las reacciones de los personajes le dan una profundidad y un significado muy grande a la historia, a los recuerdos y a los sentimientos encontrados. Ésta es una historia conmovedora, ideal para regalársela a la novia o a la abuelita, pero también para pasar un buen rato descubriendo otra forma de contar las cosas, muy al nuevo estilo islandés. Tambien es un libro perfecto para primeros lectores, ya que es sencillo de leer y las páginas se pasan volando, lo más complicado de entender son los extraños nombres de los personajes y la más extraña decisión de los editores de Alfaguara de respetar los caracteres islandeses, que en lo personal me trajeron graves problemas para pronunciar y retener cierta información, incluido el nombre de la autora.