Pura nostalgia con este libro. Día a día, los últimos momentos de un anciano en su soledad, sin su esposa, ahora muerta, y alejado de cualquier contacto con personas. Sólo se le presentan recuerdos, con los que lidia acada momento, si no se entretiene pasando el tiempo espiando a los vecinos. La forma en que el mundo ha cambiado se hace evidente al protagonista de esta historia. Vive para cumplir una promesa: tomar su café día a día con una cucharada de las cenizas de su esposa. Pero apenas puede levantarse de la cama y no sabe si podrá terminar el trabajo, para después arrojarse al mar y descansar en él. Espera que el agua hierva y que el silbido de la tetera lo despierte y anime a dejar la cama.
Como buen islandés, el autor es muy ligero de prosa, preciso en los detalles y en las atmósferas y sentimental como pocos. Pero no es ese sentimiento cursi y nauseabundo, sino el retrato de una situación que podría ser cotidiana, y que sólo refleja una cosa: nostalgia. Hasta el título de este libro lo refleja. A pesar de ser un texto ágil de leer y con pocas páginas, la trama es sumamente lenta, pesada, agobiante, y refleja a la perfección y con gran habilidad, esa nostalgia. Muy recomendable para las personas mayores, los que anhelan un pasado o los que simplemente buscan la oportunidad ideal para cortarse las venas con galletas de animalito (vigílenlos a todos y no dejen armas blancas a su alcance). Si te gustó la película Amour, este libro es para ti.