Moloch ha quedado libre, y reúne a su banda de maleantes y asesinos con el propósito de vengarse. Sanctuary es una isla de Maine con muy pocos habitantes en la que a veces ocurren cosas extrañas. El poblado ha sido víctima de masacres históricas ya muy alejadas del recuerdo de los colonos, pero el policía John Dupree, apodado Melancolía, y algunos de los habitantes más viejos conocen muy bien la historia. Hay testimonios de avistamientos de “muertos” y las extrañas polillas se incrementan a gran velocidad. Marianne y su hijo Dany, nuevos en la isla, apenas se acostumbran a su nueva residencia, temiendo que su pasado los encuentre.
Sería difícil catalogar a esta obra una novela policiaca, pero es a lo que más se le parece, sin embargo el autor deja a su clásico detective Charlie Parker y nos presenta a un policía que parece sacado de una obra de Stephen King. El ambiente de la novela también parece de libro de horror, al estilo de Ramsey Campbell o del mismo King, en el que desde un principio se adivinan muertes y hechos sobrenaturales. Es difícil identificar al verdadero antagonista de la obra, porque aunque la búsqueda de Moloch y sus matones son una amenaza clara, la isla misma de Sanctuary parece ser la más peligrosa, y permaneceremos en la ignorancia de cuál es su bando en la trama.
Como es usual en Connoly, las 200 primeras páginas son un dolor de cabeza, con muchos nombres y datos que parecen inconexos e insignificantes, pero todo va tomando sentido conforme avanza la lectura. Toda esa información es utilizada, y son tantas cosas y personajes (muy bien construidos y originales, como el matón pelirrijo, William) por recordar, que hasta al ávido lector se le hará difícil adivinar en qué termina la obra. Y claro, el suspenso crece y también como es común en Connoly, las últimas páginas no te dejarán dormir hasta que llegues al final. Un gran libro de suspenso, algo de terror e investigación policíaca.
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