La fragilidad de los cuerpos, Sergio Olguín, Tusquets, 2012.
Un maquinista se tira de la azotea de un edifico. La periodista Verónica Rosenthal estudia el caso con ayuda de sus contactos policiacos. La investigación la lleva a conocer a Lucio, un conductor de tren que le enseña por qué su profesión genera tantos problemas psicológicos, con muertes y sangre que no puede sacarse de la cabeza. Por otro lado, el Peque es un niño de diez años que vive en un barrio pobre, su sueño es ser jugador de fútbol profesional y poder comprarse unos tenis para el campo de juego. Por eso acepta una proposición extraña y peligrosa.
Se trata de una novela de enigma, y aunque podría decirse que es casi una novela negra, nuestra detective dista mucho del tipo duro y sin escrúpulos, dando un sentido diferente a la obra con su labor de periodista perseverante. La historia está muy bien contada, con personajes definidos que se van desarrollando a través de las páginas y un misterio que se complica con todos los diferentes elementos que tiene el caso. Las historias se desarrollan por separado, y el lector sabe que en algún momento coincidirán, pero la expectativa de cómo y cuándo siempre lo mantendrán alerta.
Un gran libro policiaco-periodístico, con mucha tensión, suspenso y con una historia fuera de lo común, a pesar de retomar la estructura clásica de investigación en este tipo de obras. Te mantendrá entretenido y lleno de dudas hasta las últimas páginas.