Bernardo Marcellin
De la antigüedad clásica nos llegaron epopeyas, poemas líricos, obras de teatro, gran cantidad de tratados filosóficos, escritos religiosos, apologías del cristianismo y unas cuantas novelas, siendo las más conocidas de éstas Dafnis de Cloe, del griego Longo, y El asno de oro, del romano Apuleyo. La novela era un género poco común en esos siglos y las narraciones de entonces se conformaban generalmente por una serie de aventuras más o menos inverosímiles.
Otra de estas novelas, que sirve de base para una película de Federico Fellini, es El Satiricón, aunque sólo subsistieron hasta nuestros días fragmentos de una obra más amplia. El autor, Petronio (muerto en el año 65 d. C.), es identificado con el llamado Árbitro de la Elegancia de la corte del emperador romano Nerón, donde era el encargado de organizar los espectáculos. Al haber perdido el favor del tirano tras verse involucrado en una conjura, decidió morir abriéndose las venas. Este Petronio es también uno de los personajes centrales de la novela Quo Vadis?, de Enrique Sienkiewicz, cuya acción se desarrolla en tiempos del imperio romano y que ha sido también llevada varias veces al cine.
El Satiricón es la obra más explícitamente erótica que nos llegó de la Antigüedad. Narra una serie de aventuras amorosas cuyos personajes centrales son Encolpio y su amante, el adolescente Gitón, a quienes se une luego Ascilto para conformar así una especie de trío amoroso.
A la mitad de la obra, y cubriendo muchas páginas, asistimos al banquete ofrecido por Trimalción, un rico romano que acostumbra recibir a sus invitados con prodigalidad. Los numerosos comensales hablan de temas de actualidad, desde los combates de gladiadores hasta la carestía de la vida. Para divertir a la concurrencia, Trimalción ofrece regalos burlescos además de mandar traer a varios acróbatas. Mientras todo esto ocurre, las fuentes llenas de comida siguen llegando cargadas por los esclavos. Ya ebrio, Trimalción pronuncia discursos incoherentes, presumiendo su fortuna y explicando la forma como logró encumbrarse en la sociedad pese a no ser más que un liberto. Finalmente, después de varias horas, los tres amigos, incapaces ya de seguir comiendo y comprendiendo que el festín se va a prolongar por mucho tiempo más, salen de la casa sin despedirse de su anfitrión.
Conforme se desarrolla la acción, se van presentando los elementos típicos de las novelas antiguas. Encolpio y sus amigos sobreviven a naufragios, se topan con brujas que les tienden diferentes tipos de trampas, llevan a cabo robos en casas cuyos dueños luego tratan de vengarse de ellos.
Al paso del tiempo, Encolpio comprende que se está volviendo impotente. Ya ni siquiera el bello Gitón puede estimularlo. Pese a sus conocimientos y sus invocaciones a los poderes sobrenaturales, una bruja y una sacerdotisa no logran curarlo. Pero el hombre pronto sana tras conocer a un joven cuya madre es una cazadora de herencias.
Pintura del mundo de los parásitos y los libertinos en los inicios del imperio romano, El Satiricón conlleva una crítica de los excesos en que incurre una sociedad que vive en la opulencia, como se destaca principalmente en el episodio del banquete de Trimalción. Pese al humor que prevalece, hay una visión objetiva de lo que ocurre. Si bien Encolpio y Gitón parecen llevar una existencia envidiable, regida sólo por el placer, la verdad es que arriesgan frecuentemente la vida. Esta era una realidad que el propio Petronio conocía bien y cuyas consecuencias él experimentaría en su momento. Como sus personajes, él también gozó del lujo y de los excesos en la corte imperial… hasta que la suerte se le tornó adversa.
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