La muerte viste a la moda: 5 ropas fatales

Cuando decían que si no duele no sirve, no se equivocaban; sin embargo, ¿cuándo habíamos visto que la moda matara? Bueno, pues hace no mucho una australiana sufrió del síndrome compartimental -es decir, la presión sanguínea fue tanta que le dañó los nervios y músculos- por un par de jeans, de esos entubados que vemos todo el tiempo, afortunadamente la mujer sobrevivió, pero no sin la vergüenza de removerle quirúrgicamente los pantalones. Por eso, te traemos los 5 accidentes fatales de la moda:

5. Corsé

Éste es un clásico. Cualquiera con un poco de sentido común se daría cuenta de que usar uno de éstos no es nada sano. El famoso corsé provoca indigestión y estreñimiento en el mejor de los casos; en otros no tan afortunados, la dificultad para respirar y, a veces, hasta el sangrado interno en los pulmones que puede producir, llevan a la muerte. En el siglo XIX la histeria y la melancolía (enfermedades de la época) se asociaban con el uso de esta prenda. Desde 1874 hasta principios del siglo XX se registraron casi 150 casos de muerte gracias a este tipo de lencería. El caso más interesante puede ser el de Mary halliday, mujer de 43 años, que murió repentinamente. La autopsia, no obstante, reveló que tenía incrustadas en el corazón dos varillas de metal que salieron de su corsé.

4. Crinolinas

Sí, esos pomposos faldones que vemos en las ilustraciones del siglo XIX también podían causar la muerte. ¿Cómo? Pues bien, eran increíblemente inflamables. Cualquier cosa con una llama hacía con rapidez que las crinolinas se llenaran de fuego y calcinaran a sus portadoras. Las hermanas de Óscar Wilde, por ejemplo, murieron producto de las quemaduras después de haber ido con vestidos de baile a una fiesta. También el poeta Henry Wadsworth Longfellow tuvo que ayudar a su esposa cuando ésta se prendió fuego con tan sólo un pequeño pedazo de papel encendido le cayera en el vestido.

3. Los cuellos rígidos

Estos aditamentos creados para los hombres del siglo XIX fueron un calvario para los mejor vestidos. Su funcionamiento era simple: eran accesorios intercambiables para no usar camisas limpias todos los días. Sin embargo, en su nombre lleva la penitencia, la rigidez de estos cuellos producían que el flujo sanguíneo hacia la arteria carótida fuera insuficiente. Para otros la asfixia era la que los mataba, muchos cayeron en los clubes y en los parques. Por esto el collar fue denominado como “el padre asesino” o “vatermöder” en alemán. Uno de los muchos casos fue el de John Cruetzi, quien fue encontrado muerto a las orillas de un parque; al principio se le creyó borracho, hasta que vieron la marca púrpura sobre el cuello. La muerte, dijeron los periódicos, fue provocada por  asfixia y apoplejía.

2. Sombreros

No por nada Lewis Carroll le puso a su personaje más entrañable (después de Alicia, claro) el “Sombrerero loco“. Esto se debe a que el envenanamiento por mercurio fue muy común entre los fabricantes de aquellos accesorios, entre el siglo XVIII y XIX, quienes usaban el químico para la producción de fieltro. La larga exposición a éste producían irratibilidad y timidez, además de temblores sin razón alguna. De ahí que la frase “más loco que un sombrerero” se volviera tan común en la época. Carroll tuvo la idea de integrar a uno de estos maniacos en su obra gracias a su propio fabricante, a quien ya se le podían ver los síntomas.

1.Tacones

Se dice que se inspiraron en la China del siglo X, cuando las bailarinas de la corte tenían que envolver sus pies hasta el punto de causarles deformaciones, ya que la tradición dictaba que las mujeres fueran de pies pequeños. En 1912, no obstante, se prohibió esta práctica. Para muchas mujeres fue más bien un castigo, sin pies pequeños perdieron privilegios y la tradición que empoderaba a las mujeres chinas fue relegada. En Occidente el vendaje no fue común, pero sí las amputaciones para calzar cada vez menos (¿Cenicienta, dónde?). Y aunque esto parezca bárbaro y salvaje, las mujeres de hoy en día no están excentas: todavía vemos a las féminas caminar en tacones de aguja que también causan males ortopédicos a la larga. Además, se vuelven cada vez más comunes las intervenciones estéticas para reducir el pie o parte de él, con tal de lucir bien los stilettos.

Al final, no importa si te quitas las costillas o vomitas todo el día, después de Chanel el mundo se volvió más habitable.

Eric Angeles

Editor y fundador de revista Iboga, literato de formación, mercadólogo digital de profesión y diseñador web cuando hay necesidad.

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