Ibogashots – El divorcio en el mercado del amor

Por Andrea Pérez

Aunque no lo crean, el mundo del amor tiene algo de economía. En la economía se estudia la oferta y la demanda, y el conjunto de estos dos conceptos se conoce como mercado. Estos conceptos se involucran en los aspectos amorosos de nuestras vidas a diario. Los solteros nos encontramos en una lucha ferviente entre lo que demandamos y lo que ofrecemos.

Pero ¿qué es realmente lo que más se demanda comúnmente (o se pide) de una pareja? ¿Será cierto que las mujeres buscan más a un hombre con un buen trabajo así como una posición económica alta? ¿Y qué me dicen de ese mito que nos cuenta que entre más alto sea el grado de escolaridad de la mujer o más altos sus ingresos es menos probable que encuentre una pareja ya que resulta intimidante para los hombres?

La idea de encontrar a la pareja indicada o soñada para algunos se desarrolló hace muchísimo tiempo. La supervivencia de nuestra raza nos obligaba a buscar a la persona indicada para cada tarea en una especie de selección natural. Los estándares se traducían en ser simplemente ser fuerte y sano y la belleza resulta un buen indicador para ambas cuestiones. De ahí viene la irremediable tendencia de fijarnos en la apariencia, algo que tenemos muy metido en nuestro pequeño y desarrollado cerebro que sólo busca la supervivencia de la humanidad desde hace milenios.

Ahora bien, hablemos de lo propiamente dicho, “el mercado del amor”. Supongamos que ponemos a 10 hombres y 10 mujeres en un cuarto y les prometemos a todos que si salen con una pareja o se “casan” con ella les daríamos, por decir algo, mil pesos. El acuerdo más racional entre las parejas sería dividir por partes iguales el dinero, sin embargo ¿qué pasa cuando alguno de los dos sexos se encuentra en desventaja? Es decir, si el número de hombres y mujeres no es el mismo. La mujer o hombre que se quede sin pareja se irá triste, solo y sin dinero a su casa, cosa que por nada del mundo le conviene teniendo oportunidad de que pase lo contrario, así que esa persona sobrante reducirá su parte del trato. Por ejemplo, si antes recibía quinientos pesos, ahora acordará recibir menos para poder ir feliz a su casa con una pareja o por lo menos algo del dinero. Si vemos esto a gran escala, nos damos cuenta del gran poder que le otorgan al sexo que “escasee” en el mercado, ya que recibirá más de lo que normalmente recibiría y tendrá la opción de elegir al mejor postor.

Después de toda esta planeación y una linda historia de amor, pasamos a algo más triste (o más feliz, según quieran verlo): el divorcio. ¿Ha cambiado de alguna manera nuestra forma de pensar? ¿Ha cambiado nuestro comportamiento? ¿O se trata sólo de una forma de liberación? ¿Qué es lo que significa el divorcio fuera de todas las cursilerías sobre el rompimiento de un amor eterno y mucho bla bla bla? El divorcio es como esta libertad de decir “ok, te equivocaste, pero aún tienes chance de cambiar tu vida, de mejorarla, buscar algo mejor o simplemente no vivir un infierno por siempre”.

El divorcio ha consistido un cambio muy radical en las relaciones humanas, algunas veces para bien, y otras simplemente para sacar provecho. Sin embargo, esta separación legal ha significado para las mujeres una opción para librarse de los maltratos, golpes y abusos cometidos por su “amado” que pasó de ser el príncipe azul, a un sapo espantoso que además de ser horrible la maltrata. Esta opción que brinda la separación ha enseñado al hombre y a la mujer a no perdonar alguna falta grave o algún abuso de su pareja, como consecuencia, estas parejas abusadoras se quedarían solas y tristes. En este sentido, hemos visto que la violencia hacia las mujeres, o para abarcarlo todo, la violencia intrafamiliar se ha visto disminuida desde que se estableció esta opción, o por lo menos ahora ya se tiene el conocimiento y no se queda como un secreto a voces. En conclusión, el divorcio ha cambiado radicalmente nuestra cultura, ya que no se siente esa presión de “hasta que la muerte los separe” y nos hemos vuelto más abiertos a los cambios.

Un buen ejemplo de esto en nuestro hermosísimo país es que en México entre menor es el grado de escolaridad, menor es el número de divorcios, lo que puede verse en estados como Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Del mismo modo los divorcios aumentan con el grado de escolaridad. ¿Puede ser el divorcio una forma de revertir un mal negocio?

Eric Angeles

Editor y fundador de revista Iboga, literato de formación, mercadólogo digital de profesión y diseñador web cuando hay necesidad.

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