Por Ruben Efraín López
El otro día estaba pendejeando en la T.V., cambiándole de canal sin encontrar nada interesante cuando de repente, y para mi sorpresa, me tope en Vh1 un video de Front 242. Mi primera reacción fue de “¡a huevo, que chingón!”; sin embargo, después de unos segundos de reflexión (tenías que ser filósofo y ponerte a analizar el momento en lugar de disfrutarlo ¿no? ¬¬) mi ánimo cambio y me puse en actitud de “¡¿nooooo, por quéeee? culeros!” Y entonces, después de terminar la rola y medio disfrutarla, empecé a cavilar (en el baño) sobre las implicaciones de que cierto contenido que se supone ‘alternativo’ sea accesible de un modo tan sencillo para el gran público.
Recordemos por un momento el slogan de dicho canal de contenido musical: “Cultura Pop”. Y precisamente lo primero que hizo ruido en mi dañada y rebelde cabecita fue eso del pop-o. En sus orígenes, el pop intentaba hacer del arte un bien de consumo y alejarlo de ese modo de las posturas elitistas adoptadas por las bellas artes. Lo que el pop hacía y hace es simplemente utilizar imágenes populares y combinarlas separándolas de su contexto, creando así un contenido nuevo e irónico pero accesible para cualquier persona. Además, el hecho de que buscara ser un bien de consumo, significa que se podía comerciar con él, pero en aquel entonces –década de los 50-, como ahora, el arte era más bien un lujo si lo pensamos en términos mercantiles. Por lo tanto, que fuera un arte accesible a todos, implicaba también obtener el mismo estatus de aquellas personas que tenían la posibilidad de interactuar con ese otro arte, que era de difícil acceso para la mayoría, pues al fin y al cabo el arte sirve para ‘ennoblecer’ a las personas (puffff… mis maestros de estética me deben de estar odiando XD). Pero como es bien sabido las cosas cambian, y lo mismo ocurrió con el arte pop.
Si le hacemos caso al slogan, más que un arte, el pop se convirtió en cultura, una cuyo mecanismo es justamente es el de descontextualizar las cosas y adaptarlas para que la mayoría de la población pueda consumirlas y les sea fácil entenderlas y aceptarlas. Sin embargo, he aquí lo perverso y lo peligroso del pop, ya que siguiendo su tendencia inicial, aquello que adapta y saca de su contexto resulta ser cierta clase de contenidos y de formas que no eran aceptables o entendibles para la mayoría de las personas, formas y contenidos que muchas veces lo que hacían era criticar el estatus quo y poner en cuestión todo lo que suponíamos era aceptable y normal, amenazando así incluso al sistema económico y político imperante.
La gran habilidad del pop es la de darse cuenta de cuáles son los contenidos y las formas que pueden ser atractivos para la mayoría, contenidos y formas poderosos con la capacidad de vincular a un gran número de personas y hacerlas sentir especiales, hacerlas sentir que forman parte de algo. De esta manera el pop se apropia de tales contenidos, los saca de su contexto, muchas veces dejando solo la forma, y los adapta para que la mayoría de las personas pueda identificarse con ellos, pero en el proceso, hace que toda la fuerza y el poder que tenían, se pierda, logrando así que dejen de ser una amenaza, pues el sistema ya se ha apropiado de ellos.
Hasta ahora hemos sido muy abstractos (¿en serio? no me había dado cuenta) pongamos algunos ejemplos. Basta con regresarnos al inicio de este texto: ¿que si hay música estridente con mensajes contestatarios o que transgrede a la cultura actual? No pasa nada, hagamos canales de música por televisión donde sólo pasemos lo que es la onda y pongámoslos por ahí, y después que Green Day saque su opera en Broadway (fuchi). ¿Que hay ropa que es chocante a la vista y representa un desafío a las buenas normas y al sistema comercial? No hay problema, que una súper modelo las vista y construyamos tiendas exclusivas en Nueva York o la Condesa, una donde vendan botas de Dr. Martens por ejemplo (guácala). ¿Acaso leer es peligroso porque en los libros existe contenido que es diferente al de los medios masivos de comunicación y además ejercita su pensamiento e imaginación? Es fácil, produzcamos best-sellers de fácil digestión y que todo el mundo lea Bajo la misma estrella o 50 sombras de Grey (guácala de perro). En fin, que si en un principio el internet era peligroso, ahora todo el mundo se cree metalero, indie, y revolucionario por Facebook y Twitter (no manen, por qué, pinchis).
Quizá el párrafo anterior sea una caricaturización del proceso de adaptación de los contenidos, pero también hay que aclarar una cosa, tampoco se trata de satanizar y de ningunear todo aquello que sea popular y rentable. Ciertamente que algo se convierta en un artículo de consumo masivo no implica que inmediatamente haya perdido todo su poder y su fuerza o que se haya vendido al sistema. Por el contrario, puede que hay beneficios en ese movimiento. Para empezar, quizá signifique más oportunidades para que la gente, que en un principio se movía en esas ondas, pueda subsistir y expresarse sin temor; más aún, quizá no todo el contenido haya quedado suprimido y suavizado, y aunque no toda la gente que ahora se dice metalera, o punk, indie o revolucionaria entienda realmente de qué se trata eso en realidad y se la pasen nada más presumiendo (¡bola de possers!). Tal vez podamos entender esto como un auto sabotaje del sistema, y pensar que la semilla del cambio empieza a germinar y a hacer que las personas desarrollen poco a poco una capacidad crítica que nos ayude a mejorar, o al menos a darnos cuenta de que es lo que está mal en el presente y que debemos arreglar (quizá no todos los hipsters sean caca, jaja). Por lo tanto, sería conveniente pensar en las adaptaciones y descontextualizaciones de la cultura pop como un paso más de un largo proceso, y tal vez incluso debamos de agradecerle, ya que nos obliga a quienes ingenuamente creemos que podemos ser diferentes a los demás, a buscar cada vez más nuevos contenidos y nuevas formas desde las cuales expresarnos y entendernos, formas y contenidos que sean transgresores, que pongan el dedo en la llaga y que sirvan para cuestionar las formas y contenidos aceptados, pues quizá sólo de ese modo podamos lograr que la humanidad avance. Pero dejémonos de optimismos baratos y cursilerías y adoptemos el mal por el mal mismo (o sea, ¿qué pedo?) au revoir y cuídense del peligroso pop.