Ilustración: Ministra Ministra
La figura del payaso es sumamente extraña. Desde hace siglos, en diferentes sociedades del mundo han existido cuenta chistes, seres deformes que causan diversión o humanos que se esfuerzan por ser grotescos empleados para el entretenimiento del público. El maquillaje también parece una constante diferenciadora en todo el mundo, tal vez porque la deformación de los gestos faciales, el alejamiento que provoca de su imagen humana, hace más fácil reírnos de ellos u orinarnos de miedo cuando se nos acerca uno.
Aunque la coulrofobia o miedo a los payasos no es una condición exclusiva de nuestros tiempos, desde hace algunas décadas se ha intensificado en las nuevas generaciones. Los enfermos de coulrofobia señalan el maquillaje y las narices rojas como su principal fuente de terror; los niños en especial son perturbados por su apariencia humana pero su rostro tan extraño.
En las nuevas generaciones el miedo no tiene nombre: Eso. ¿Pero de dónde salió este payaso que traumó a generaciones de niños? Stephen King publicó su famoso libro en 1986, probablemente inspirado por escalofriantes hechos que enloquecieron a los Estados Unidos años antes.
John Wayne Gacy es uno de los asesinos seriales más famosos, porque además de psicópata fue un payaso muy respetado en su comunidad. Típica historia de infancia psico: su papá lo maltrataba y le decía “marica” cada vez que podía, un amigo de la familia lo violó cuando era muy pequeño y un golpe con un columpio le creó un problema neuronal al que muchos adjudican su posterior comportamiento. Después de que en 1968 lo encarcelaron por abuso infantil, Gacy creó una nueva personalidad para ocultar sus verdaderos pensamientos, y funcionó tan bien que lo liberaron al año siguiente por buena conducta.
En su nueva vida fue un hombre de la comunidad respetado y afiliado a muchas causas altruistas, la que incluía visitar hospitales vestido de payaso donde se hacía conocer como Pogo. Sus fiestas eran tan famosas como su apestoso jardín y fue tan querido en la comunidad que incluso se postuló a consejal del partido demócrata (incluso tiene una foto con la esposa del presidente Carter).
En 1978 la madre de una de sus víctimas lo acusó de asesinato y el único joven que sobrevivió a sus actos compareció también en su contra, describiendo “el salón de la tortura” con todos los aparatos que Gacy guardaba en su sótano. En su jardín se encontraron 33 cuerpos, todos de niños y adolescentes varones. Años después lo condenaron a muerte de inyección letal. Se cuenta que sus últimas palabras fueron “Kiss my ass!”.
Luego de esta breve revisión del único payaso asesino en la historia del que se tiene conocimiento, no debería sorprendernos el por qué King tomó esta historia para su tétrico Penywise, lo demás fue efecto dominó. Del libro a la película, de la película a más películas, el horror a los payasos se extendió generacionalmente y el miedo a los payasos no es tan extraño como hace algunas décadas.
Es muy común hoy ver pelis con payasos diabólicos y asesinos como elemento del terror, incluso es difícil no pensar mal de un payaso en la calle a altas horas de la noche.
Este miedo actual e inexplicable, ¿tiene su origen en la estrategia de un asesino serial por parecer altruista e inofensivo, o se debe sólo al alejamiento del humano que el maquillaje provee? Algo es seguro, Pogo cambió la manera en que vemos a los payasos para siempre.