Por: Andrés Piña
Tenga en cuenta el lugar, ciertamente no se puede reforestar sobre el cráter de la luna, o sobre la frente extensa de un calvo en potencia. Por eso, fíjese a dónde va y con qué árboles, uno nunca sabe. Si por accidente se despierta y ve que ya se le hizo tarde para ir con GEA ULSA y con Q´PET, piense en la temporalidad, en el espacio, póngase kantiano.
No tema, el chofer sabe dónde queda Ahuetepec, Morelos. No dude, el viaje es una suerte de feria, un precipicio donde existe todo. Piense que por mucho que el chofer de vueltas y usted vea montañas y carreteras, no existe nada como la colaboración, el trabajo social, la esperanza de un mundo mejor. Si esto no le basta, juegue a que le preguntan su nombre, y le pasan lista. Muchos niños y jóvenes se pierden en nuestros días, la juventud ahora gusta de lugares más bohemios, si no pregúntele a Kerouac, quien dio un discurso sobre quickwriting, pero de árboles sabía poco, prefería fumárselos. Piense en baños y rece por que conozcan alguno; cuándo llegue al lugar, no pretenda saber dónde está, la mayor parte del tiempo no sabemos dónde estamos.
Use la razón, deje lo Kantiano y póngase analítico, si le dijeron a la derecha, vea usted a todas partes, el subir y bajar es cuestión de percepción, bien puede ser que estemos subiendo cuándo en verdad lo que pasa es que estamos cayendo estrepitosamente. No desespere, los grupos estudiantiles lasallistas son como un barquito español, andan y andan, sin rendirse. Prepárese para trabajar junto con Naturalia, ellos si saben el arte de plantar arbolitos, no son magos, pero hacen magia. Luego de esto, bájese y suba de nuevo, alístese, que por fin ha llegado al lugar dónde va a reforestar.
Al principio observará árboles quemados, pobres cedros lastimados, cedros como árboles espartanos, no hay romanos en esta historia, pero sí ejércitos de salvación. Únase en una pequeña columna y suba al cerro, si el Che pudo andar en Bolivia asmático y todo, seguramente usted podrá subir, tome una pala antes, a veces las herramientas lo ayudan a uno a comprender el fin de la tarea. Si es periodista espere, platicar es lo mejor, en la conversación con Héctor, de Naturalia, usted se dará cuenta de que no son arbolitos, son pinos, y de que el mundo necesita del verde, ese verde del que Lorca se enamoro. Así es como usted entenderá los proyectos de “Naturalia”, el cinturón verde, reforestar los suelos. Hablará sin querer de leguminosas, pero que no se enteren, son muy sentidas y luego se enojan y no crecen. Conocerá la labor de Q´PET y GEA ULSA, excelencia bajo presión grita Hemingway desde un bar de mala reputación. Si llega la tarde y usted no ha sembrado, apúrese, no querrá perderse la experiencia.
Al final, usted conocerá a grandes personas y árboles, y terminara escribiendo un artículo para una revista al estilo de un discurso, casi a las dos con siete de la mañana; pero nada de eso le importará, es usted un escritor y un periodista, tiene la obligación.
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