De boca en boca – El sombrerón

Por: Eduardo Matías Cruz

Informante: Jorge Gutiérrez

Bueno pues ésta es la historia del sombrerón, que se cuenta en unos pueblos que están entre Chiapas y Guatemala. Dicen que el sombrerón viste como vestían los hacendados hace mucho tiempo. Es un hombre muy, muy alto, con espuelas que hacen “cuij, cuij” cuando camina, traje como de charro pero no, no, no de charro sino pues de hacendado muy lujoso, pistola, cinto y un sombrero ancho, tan ancho que no se le ve la cara. Lo siniestro de su apariencia es que tiene cola de diablo. Se supo que el sombrerón tuvo una voz muy dulce porque en una ocasión se enamoró de una muchacha que vivía en un pueblo con su mamá.

  Entonces el sombrerón pasaba todas las noches y le llevaba serenata a la muchacha, le cantaba en su ventana y la muchacha se quedaba escuchándolo y le decía: “mamá, ¿oyes esa voz tan bonita que siempre me viene a cantar?” y la mamá no podía escuchar nada, entonces se espantó muchísimo y fue con las vecinas y les dijo: “figúrense que mi hija me dice que escucha a un hombre que le viene a cantar todas las noches pero ¡yo no oigo nada! Me asomo a la ventana y veo nada tampoco” y las vecinas se dijeron “¡ay! es el sombrerón que anda rondando a tu hija, mira te vamos a decir lo que tienes que hacer: agarras a tu hija y la escondes en el cuarto más profundo de tu casa a donde no llegue el sonido, y así el sombrerón la va a dejar en paz”, entonces esa misma noche la mamá tomó a su hija y la metió en el cuarto más profundo de su casa en donde, a donde no llegaba el sonido y la dejó ahí durante días y días, obviamente le daba de comer y todo porque ¡imagínate!, pero la muchacha lloraba mucho y le suplicaba a su mamá que por favor la dejara salir aunque sea a escuchar, aunque sea durante la noche para escuchar a su enamorado, que no podía vivir sin él, sin escuchar las canciones. Pero la mamá que quería librarla del encantamiento no le hizo caso y la dejó ahí, encerrada.

  Un día, el sombrerón llegó al pueblo a llevarle la serenata a la muchacha. Había estado muy angustiado porque ya no veía que se asomara al balcón y cuando pasó por las calles principales vio que estaban velando a una persona en la iglesia y le preguntó a un viejito que pasaba por ahí “oiga, ¿de quién es este velorio, a quién están velando?” y el viejito le dijo “¡Ah! Pues estamos velando a la hija de Fulanita que acaba de morir de pena anoche”. Y entonces cuando el sombrerón supo que la muerta era su amada, se alzó la cabeza y el viejito le vio la cara y gritó “¡el sombrerón, el sombrerón!” y todos los que estaban velando a la muchacha se metieron a sus casas espantados y dejaron ahíel ataúd, entonces el sombrerón esa noche estuvo caminando por todo el pueblo y a la mañana siguiente cuando las mujeres del pueblo despertaron para barrer las calles y las entradas de sus casas, encontraron que por todo el pueblo estaban regados diamantitos pequeños, que eran las lágrimas del sombrerón que se habían cristalizado porque había estado llorando toda la noche por la muerte de la muchacha.

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