Ana P. Aparicio
En estos últimos años de nostalgia de remakes, conciertos de aniversario y giras espectaculares, las secuelas y precuelas están a la orden del día. Por fin llega el anunciado día del estreno de Trainspotting 2.
Han pasado más de 20 años y el lugar sigue siendo Edimburgo, Escocia. Mark Renton, Spud, Sick boy y Francis Begbie regresan en el siglo XXI siendo unos cuarentones, más arrugas, más canas pero con el mismo espíritu con el que los conocimos y con lo parece haber sido su destino marcado por aquella traición orquestada por Mark. #UnaOportunidadInvitaAUnaTraición
Trainspotting acabó con muchas incógnitas: ¿Qué pasó con Renton? ¿Será un hombre “exitoso” después de robarse 12,000 libras? (Recuerden que le dejó 4,000 libras a Spud) ¿Qué sucedió después de que Begbie destrozara el cuarto de hotel y llegara la policía? ¿Qué hizo Spud con el dinero que le dejó Mark? ¿Continuará Sick boy ahogado en la heroína? ¿Sigue siendo la muerte de Tommy o la bebé Dawn un tema intocable? Por cierto, ¿y Diane?
Ácida, negra, moderna, tecnológica y actual, siempre habrá un primer Trainspotting pero la secuela le hace honor y un cierre, con tintes de realismo mágico, que posiblemente deje satisfechos a los espectadores. Tenemos un final que trata de reflejar a las generaciones que crecieron con este largometraje y ahora se encuentran con 25, 30, 40 y tantos más, pensando I Choose not to choose life, I choose something else…
La trama se desarrilla después de dos décadas de suspenso con la cocaína, heroína, actos impulsivos, brillantes ideas y la gentrificación (aburguesamiento) como constantes compañeros de este cuarteto que logró marcar a generaciones y con los que podemos sentir alguna afinidad.
Definitivamente con este estreno han sabido mantener cautivos a las generaciones X, Y, Z, millenians y demás letras y nombres que han sabido esperar con cierta ansiedad y unos cuantos narcóticos y drogas legales su llegada.
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