Desde hace cientos de años, la dualidad, específicamente del bien y del mal, ha estado en la cabeza de teólogos y moralistas, y muchas de sus ideas han logrado penetrar en la cultura moderna. Los llamados Doppelgänger, dobles malvados, fantasmagóricos o reales, están por toda la literatura, las leyendas y la tradición oral, inclinándose por una visión maniquea (o bueno o malo) de la vida.
¿Qué pasa cuando el doble es uno mismo? Las películas hollywoodenses han usado este recurso hasta el cansancio para sus finales sorpresivos, sobre todo desde que en el siglo XX se popularizó y aceptó el trastorno disociativo de identidad, mejor conocido como trastorno de la personalidad múltiple, tomando como ícono la gran novela de Robert Louis Stevenson, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Aunque las películas han distorsionado un poco la esencia de la obra, todos conocen la referencia de la persona buena y respetada convertida en un monstruo por una pócima de su creación. A pesar de que la persona esquelética, enana y sin ninguna cualidad en particular repulsiva “pero que causa una sensación de odio y escalofrío”, ha cambiado por un gran y musculoso monstruo sin razón, la idea del mal persiste en Hyde. Lo interesante aquí es que Jekyll no sufre un trastorno mental y tampoco es afectado por un ente sobrenatural, sino que decide convertirse en su versión malvada.
¿Qué es lo que hace al respetable doctor Jekyll transformarse en un asesino demente? Dos de sus frases pueden resumírnoslo: “Supe que ahora era más perverso, diez veces más perverso, un esclavo vendido a mi mal original. Y sólo pensarlo me deleitó en aquel momento como un vino añejo”, “he sido el primero que ha podido presentarse a los ojos del público cargado de respetabilidad y, un momento después, como un chiquillo de escuela, despojarme de esa vestidura y lanzarme de cabeza hacia la libertad”.
El monstruo que vive dentro de nosotros es desencadenado por nuestra parte bondadosa y viceversa, según nos cuenta Stevenson en esta obra. Lo creía tanto, que cuenta la leyenda que ocho años después de la publicación se su libro, Stevenson gritó desesperado que su rostro había cambiado, y horas después murió de la ruptura de un vaso sanguíneo en su cerebro, una muerte similar a la de su personaje.
La moral y el deber son quienes definen el mal en una persona: Jekyll quiere ser respetado y amado por todos, y Hyde es su escape a los placeres y al desenfreno. Todos somos una mezcla de responsabilidad y hedonismo.
Freud y compañía se acercaron mucho a esta visión en la que el “ello” domina la desmesura y la inconsciencia, y a la figura del “superyó” que nos limita a comportarnos según las reglas sociales. ¿Será nuestro inconsciente, instintivo y amoral, el mal al que el Dr. Jeykyll trataba de accesar?
Así que podemos dejar de pensar en personas buenas o malas, sino en aquellas que deciden tomar la pócima que el doctor Jekyll inventó, o quienes se apegan a las normas.