Para A.C. el eterno rebelde
Andrés Piña
En el jardín de tus ojos viven rosas bravas que vomitan: amor, miseria y rebeldía. En el inmenso y salvaje jardín de tus ojos, cuerpos desnudos devoran a otros cuerpos desnudos. La ciudad es un río absurdo donde viaja tu voz. Y viajando va de un lado a otro, desquiciada, sublime, perversa, parece que nuestros labios llevan impresos su verdadero nombre, de voz antigua, de madre que desconoce a sus hijos. Pero eso sí, conozco tu naturaleza mística y perversa, conozco que en tus ojos, en ese profundo y erótico mar, nuestra relación se encuentra inmersa en un ritual, en una pequeña danza de máscaras, vivimos sin rostro entre la magia y la adoración. En tus ojos, los jardines crecen como crece el grito agónico de un soldado, como gritan las mujeres en el parto, como gritamos todos antes de morir. No me des tu mano, dame tu vida entera. He visto en tus ojos a los hombres morir en jardines romanos, he visto morir a muchos, a tantos. En tus ojos viven rosas bravas, que cubren los cuerpos delicados y suavemente refinados, de todos los hombres.