Eric Ángeles
Podremos pensar, “claro, otro autor de novelas policiacas orientado al best–seller” y tal vez no estaríamos en un error. El detective se llama Charlie Parker (así es, como el famoso jazzista) y es un detective privado rudo, irónico e inteligente. A pesar del cliché, por fortuna la presencia de este personaje no es lo que hace interesante a la novela. El gran protagonista es la incertidumbre, páginas y páginas de ella. Al parecer, la investigación del protagonista produce más preguntas que indicios, lo que en lo personal considero bastante agradable, porque no sigue la línea de este tipo de novelas, con diferentes sospechosos o la resolución del crimen que se ve a leguas.
Ana Kore, una chica preadolescente, desaparece del pequeño pueblo de Pastor’s Bay. Al mismo tiempo, Randal Haight comienza a recibir extrañas fotografías de chantaje y teme que su secreto sea revelado: asesinó a una chica en su infancia y cumplió la condena en prisión. Parker cree que los dos hechos están relacionados y comienza su investigación, que desenterrará más enigmas a su paso.
Niñas fantasma, curvos fisgones, tumbas con ladrillos: la ambientación tiene un toque muy Edgar Allan Poe, pero no es excesivo. Mafias, peleas entre bandos, secuestradores, corrupción, todo un mundo de delincuencia rodeará la investigación hasta el final y creará caos y confusión aparentemente innecesarios.
Este libro es pesado de leer al principio porque nada parece tener relación entre sí, pero poco a poco todo comienza a tener forma y el suspenso crece a la par de la incertidumbre. Las últimas 50 páginas te mantienen pegado al libro y nada se aclara hasta las últimas diez, donde todo tendrá una explicación satisfactoria. Si te gustan las novelas de suspenso, policiacas o paranormales, debes leer este libro.